domingo, 31 de enero de 2010

la arrogancia es respirable en los aires de la capital francesa, pero es "pasable" ya que es un toque más que le concede solemnidad a la ciudad. aires fríos de otoño que me saben a una buena canción, crucé el atlántico para ser una más de los miles de pares de pies que han pisado las baldosas de sus calles, sufrí reprimendas sin fundamento porque no se me permitió ser niña a los 15, pero al final, y puesto en una balanza, puedo asegurar que fueron más las razones por las que valió la pena que por las que sufrí. serían incontables las veces en que me sentí fascinada por lo que veía, escuchaba, sentía, tocaba y comía, agradezco mis sentidos, y me siento feliz de poder contar con el recuerdo de haber tocado París para futuros y presentes relatos.

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